Texto: Gálatas 5:16-25
Cuando hay situaciones
que elegir, no siempre es lo que uno desea. El cristiano debe usar su libertad
para hacer la voluntad del Espíritu de Dios. Si la usa para hacer los deseos de
su vieja naturaleza, ocasiona un regreso a la misma esclavitud en la cual vivía
antes. Solamente el andar en el Espíritu produce libertad.
Pablo escribe
una lista de las obras de la carne y otro de los frutos del Espíritu para que
los gálatas puedan reconocer cuando andan en la carne y cuando en el Espíritu.
También describe la vida cristiana como estar “en Cristo”, la cual significa
que ya no vive según los principios y valores de este mundo. La carne está
muerta, pero es necesario que el cristiano acepte esta muerte y nueva vida para
andar voluntariamente en el Espíritu.
Exhortación a andar en el Espíritu
v.16 El amor cristiano siempre es producido del poder y de la voluntad de
Dios, no un producto humano. La santificación es por el espíritu, no por la
ley.
Así que, hermanos, deudores
somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por
el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. (Romanos 8.12-13)
La libertad puede degenerar en
libertinaje, pero el Espíritu Santo nos capacita para vencer los deseos de
la carne, cuando nos sometemos permanentemente a su poder y dominio.
v.17 El Espíritu y la carne están completamente opuestos el uno al otro, como se
evidencia por sus «obras» y «frutos». En Romanos 8:4 Pablo presenta dos estilos de vida “andar conforme a la carne” es seguir
los deseos de la vida vieja. Andar conforme al Espíritu es dejarse guiar
por el Espíritu Santo, para vivir de una forma que sea agradable a Dios.
v.18 Con respecto
al creyente y la ley muestra que el esfuerzo propio no puede lograr santidad
guardando la ley, ni puede ganar la lucha contra el pecado que mora en
nosotros.
Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no
hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. (Romanos 7:15). Es el Espíritu que da la victoria sobre el Pecado. Pablo
hizo un clamor en Romanos 7:24 ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? y admite la
total incapacidad del hombre para librarse del pecado.
La persona que es guiada por el
Espíritu hará lo que está bien libremente, y no por la exigencia de la
ley. Por lo tanto, no está sometida a las ataduras y condenación de la Ley.
Las obras de la carne y el fruto del Espíritu
V.19–21 Las obras de la carne pueden categorizarse como pecados sexuales (v. 19),
pecados relacionados con las religiones paganas (los primeros dos del v. 20),
pecados del temperamento o carácter (los nueve siguientes) y pecados de
ebriedad (los últimos dos).
V.22-23 Estas virtudes son identificadas como fruto, en diferencia
con las «obras». Sólo el Espíritu Santo puede producirlas, y no los propios
esfuerzos. Otra diferencia es que cuando las obras de la carne aparecen en
plural, el fruto del Espíritu es uno solo y no puede ser dividida. Cuando el
Espíritu controla completamente la vida del creyente, produce este resultado.
Las primeras tres conciernen a nuestra
actitud hacia Dios; amor, gozo, paz
El
segundo grupo tiene que ver con nuestras relaciones sociales; longanimidad,
benignidad, bondad.
El tercer grupo describe los principios
que guían la conducta cristiana; fe, mansedumbre, templanza. El carácter del
cristiano es producido por el Espíritu Santo, no por el esfuerzo del creyente.
v.24 Pablo habla
del arrepentimiento en forma figurada como una crucifixión de la vieja vida de
pecado, el dejarla atrás de manera completa y definitiva.
v.25 Andar en el
Espíritu es andar siguiendo el camino que Él ha abierto.
Si queremos adorar a Nuestro Padre
debemos hacerlo en espíritu. (Juan 4:23-24) porque Dios es Espíritu y los que le adoran
deben ser guiados por el Espíritu para adorarle como se debe “en espíritu y en
verdad”.